Educación Artística: cantuña
1.
REALIZAR UN COLLAGE UTILIZANDO SU
CREATIVIDAD (TEMA LIBRE)
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2.
ESCRIBIR UN MITO DE SU PREFERENCIA
Y AÑADIR IMÁGENES.
En la época colonial un indio
llamado Francisco Cantuña, impulsado por las ansias de oro y grandeza, fue
contratado por los Frailes Franciscanos para la construcción del Atrio del
Convento Máximo de San Francisco de Quito.
El indígena comenzó́ la
construcción del atrio pero lamentablemente el tiempo que disponía era muy
corto. Pasaron los días y la construcción aún faltaba de terminar por lo que
Cantuña poco a poco empezó́ a desesperarse.
Llegó el momento en que
faltaba tan solo un día para la entrega de la obra, y el atrio aún no estaba
culminado. Al verse impotente ante la falta del compromiso adquirido, Cantuña
cayó en desesperación y la aflicción se apoderó de él. En esos precisos
momentos, se apareció́ ante el asustado indígena, subiendo desde las sombras
más oscuras de las tinieblas, "Lucifer", el amo y señor del infierno.
El miedo y la desesperación
se apoderaron de Cantuña al ver la imagen de tan temible ser, el cual con voz
profunda y ronca exclamó:
- ¡CANTUÑA!. ¡Aquí́ estoy
para ayudarte! Conozco tu angustia. Te ayudaré a construir el atrio incompleto
antes que aparezca el nuevo día. ¡A cambio, me pagaras con tu alma!
Ante tal propuesta y producto
de la desesperación y el miedo, Cantuña aceptó el trato, solamente pidió́ una
condición, que sean colocadas absolutamente todas las piedras. El Demonio
aceptó, le pareció́ una condición absurda y simple de cumplir.
Inmediatamente los
"Diablillos" a órdenes de Lucifer empezaron a construir el Atrio de
San Francisco y en pocas horas fueron dando forma a la monumental obra
arquitectónica. Efectivamente, al pasar las horas, el Gran Atrio estaba
culminado. Tal como lo ofreciera Lucifer, la obra se culminó́ antes de la media
noche, fue entonces el momento indicado para cobrar el alto precio por la
construcción, el "alma de Cantuña". Sin embargo pasó algo
inesperado..., el Demonio al momento de prestarse a llevarse el alma del indio,
este lo detuvo con una timorata actitud...
- ¡Un momento! ¡Un momento! -
dijo Cantuña.
- ¡El trato ha sido
incumplido! Me ofreciste colocar hasta la última piedra de la construcción y no
fue así́. Falta una piedra. ¡El trato ha sido incumplido!
En aquel momento Cantuña
sacó, debajo de su poncho, una roca que la había escondido muy sigilosamente
antes de que los demonios comenzaran su obra. Lucifer, atónito, vio en
instantes como un simple mortal le había engañado de la manera más simple.
Cantuña salvó de esta forma su alma, y el Demonio sintiéndose burlado, se
refugió́ en los infiernos sin su paga, no sin antes insultar y maldecir al
indígena Cantuña por el agravio.
De este modo, el gran Atrio que
se levanta solemne en el pretil del Convento Máximo de San Francisco de Quito,
fue construido manteniéndose infranqueable ante los avatares del tiempo y de la
gente para ser orgullo perpetuo de todos los quiteños y ecuatorianos.
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